Antes que el producto: Dos fundadores que construyeron primero su mentalidad
Cuando hablamos de startups, a menudo saltamos directamente a las métricas: adecuación producto-mercado, rondas de financiación o perfeccionar "el discurso".
Pero las empresas más sostenibles e impactantes no empiezan con un producto, sino con una mentalidad.
El espíritu empresarial empieza antes de la puesta en marcha.
Empieza con curiosidad.
Con agallas.
Con la sensibilidad para detectar un problema real y el valor para actuar sin saber exactamente adónde nos llevará.
¿El producto, la financiación y el equipo? Son herramientas. Lo primero es cómo piensas.
Veamos dos poderosos viajes de fundadores que lo demuestran:
dos historias muy diferentes, con el mismo punto de partida: la mentalidad en primer lugar.
La mentalidad de la misión: Whitney Wolfe Herd y Bumble
Antes de fundar Bumble, la primera aplicación de citas para mujeres, Whitney Wolfe Herd no perseguía el sueño de una nueva empresa. Estaba abandonando una.
Tras ser cofundadora de Tinder, abandonó la empresa en medio de problemas personales y profesionales, como una batalla legal pública, acoso en Internet y el escrutinio de la prensa. Fue una época muy desalentadora. Había terminado con el mundo de las startups, o eso creía.
Pero bajo la superficie se estaba formando algo más poderoso: la convicción.
Whitney había visto cómo las plataformas de citas reforzaban los desequilibrios de poder, especialmente entre las mujeres. Sabía que la tecnología podía funcionar, pero la cultura que la rodeaba tenía que cambiar.
En lugar de meterse de lleno en el código o en las presentaciones, se encerró en sí misma y escuchó su propia frustración y la de las mujeres que la rodeaban. Amigos, mentores y, finalmente, aliados como Andrey Andreev (fundador de Badoo) le ayudaron a ver la oportunidad de reimaginar las aplicaciones de citas desde un lugar de seguridad, autoestima y agencia.
No perseguía "el próximo unicornio".
Buscaba una solución a un problema muy personal que sabía que afectaba también a millones de mujeres. Fundó Bumble
"En el momento en que comprendí que no tenía que seguir las normas, todo cambió".
Lección de mentalidad:
Whitney no esperó a tener la idea perfecta o una gran financiación.
Se guió por sus valores y dejó que el negocio siguiera a la misión, no al revés.
La mentalidad de la empatía: Tristan Walker y Bevel
Tristan Walker no planeaba trastornar la industria del afeitado. Solo quería solucionar un problema con el que convivía desde la adolescencia.
Como hombre negro, luchaba contra los granitos de la cuchilla y la irritación de la piel, un problema común causado por el pelo grueso y rizado y las maquinillas de afeitar diseñadas para otros tipos de piel. Durante años, a ninguna marca pareció importarle. En todos los pasillos de las farmacias había productos que funcionaban para otros, pero no para gente como él.
Ahí empezó la mentalidad.
Walker no se lanzó sin más al desarrollo de productos. Empezó por escucharse a sí mismo, a sus colegas, al segmento de clientes ignorado durante mucho tiempo que necesitaba algo mejor. Estudió la ciencia del afeitado, dedicó tiempo a las fórmulas y creó un producto que no sólo funcionaba, sino que respetaba a las personas para las que se había creado.
No idealizó el viaje de las empresas emergentes. Lo arraigó en el contexto cultural, la empatía y la escucha, habilidades que había perfeccionado mucho antes de crear una marca.
Hoy, Bevel es más que un producto. Es una declaración de identidad, inclusión e innovación. Y empezó, como todas las grandes empresas, con un cambio de mentalidad.
"No intentaba perturbar el afeitado. Intentaba resolver un problema personal que nadie se tomaba en serio".
Lección de mentalidad:
La verdadera innovación no siempre empieza con la invención, sino con la empatía. El éxito de Walker nació de resolver un problema que las grandes empresas habían ignorado, pero que él comprendía a la perfección.
Lo realmente importante: La mentalidad es lo primero
Las historias de Whitney Wolfe Herd y Tristan Walker son muy distintas: una empezó con el agotamiento y un sistema roto, la otra con una silenciosa frustración cotidiana.
Pero tenían algo poderoso en común:
No empezaron con un negocio.
Empezaron con una mentalidad.
He aquí cómo era esa mentalidad:
Una conexión personal con el problema
Compromiso de escuchar atentamente antes de actuar
Voluntad de empezar sin certezas
Paciencia para construir algo significativo, no sólo comercializable.
En Entreprenerds, creemos que el primer paso para emprender no es una idea.
Es cómo piensas.
Por eso nuestro programa comienza con Puerta 0: Introducción a la iniciativa empresarial - un punto de partida práctico y gratuito para crear una mentalidad preparada para emprender.